viernes, 4 de septiembre de 2009

BERRINCHES DEL PASADO

Hay un buen problema si se confunde un bien nacional con uno local -o peor aún, con un bien de partido- y se negocian millones para centralizar proyectos municipales cuando bien pudiesen estar distribuidos en varios planes a lo largo del interior del país.

Cada problemática que enfrentamos es importante, y en este país todas son urgentes, pero si establecemos prioridades no hay manera de compartir puestos en una escala jerárquica de objetivos.

El metrobús es importante –entre otras cosas- en el sentido que es una iniciativa para empezar a restarle poder al sistema de transporte urbano actual, sobre todo a nivel capitalino, donde se ha vuelto una relación mutualista-parasitaria entre buseros y estado, pues ambos se benefician del otro, pero los beneficios no son equivalentes, pues el servicio que prestan los primeros es deficiente, agregar el caos derivado de la anarquía que manifiestan, y para colmo, los que no somos usuarios debemos sacrificar nuestro bolsillo subsidiándoles combustible para que ellos no sacrifiquen sus ganancias; los perjuicios tampoco son equivalentes, pues a nivel estatal, los transportistas están protegidos por un grupo cerrado en la Asamblea Legislativa. Vale decir que el metrobús también tiene muchas contras, desde el hecho de haber sido un proyecto clave de campaña electoral de un municipio cuando éste no es viable si no se considera el área metropolitana entera, así como los peligros de importar un proyecto vial desde ciudades que sí cuentan con la infraestructura necesaria.

Las bóvedas son urgentes, he visitado la comunidad Nuevo Israel –donde pretenden comenzar el proyecto- y sé que las condiciones de vida en esa zona son muy deplorables, habitan en alto riesgo y la vulnerabilidad social es notoria. Sin embargo, en una escala de prioridades, o mejor dicho, siguiendo un orden lógico del proceso, es preciso comenzar la inversión en las cisternas de laminación propuestas para la zona de los centros comerciales en Antiguo Cuscatlán, que pretenden reducir los caudales que se distribuyen en varias venas hídricas que recorren toda la zona metropolitana –y que amenazan también a esta comunidad- y terminan en Cerrón Grande, es decir, este proyecto tiene un objetivo mayor y anterior a la bóveda Nuevo Israel; además, a medida que baje el caudal, también será de menor costo el trabajo en esta comunidad. De las bóvedas vale decir que si no se toma en serio la integralidad que debe llevar ese proyecto, será peor la medicina que la enfermedad.

Hay que tener cuidado de no tomar algo por capricho o por el peligro de caer en demagogia, negociar a través de un berrinche una posición bajo la amenaza de no ceder un solo voto para otros proyectos de país es un error grave que ya cometió una oposición inmadura años atrás ¿Qué no se supone que debían haber aprendido de esos errores, sobre todo cuando se fue el primer crítico a éstos?

En lo personal apoyo varios proyectos del alcalde capitalino, y su gestión me parece hasta el momento adecuada –claro, no creo que los alcaldes anteriores hayan poseído la misma fuente monetaria, no creo que lo elaborado hasta la fecha venga únicamente del presupuesto de la Municipalidad- Pero sí pienso que hay que atender a la lógica de estado –en cuanto a prioridades nacionales contra locales- así como la lógica de proyectos –primero cisternas, luego bóvedas- y desprenderse las líneas rígidas de partido que al ser desatendidas se vuelven caprichosas y generan ceguera, olvidando necesidades reales y dificultando la gobernabilidad.

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