jueves, 1 de julio de 2010

LA RECONSTRUCCION SOCIAL DESDE LA BASE

Cada ciudadano tiene su propia opinión, conclusión y recomendación sobre lo sucedido en el municipio de Mejicanos el domingo 20 de Junio. He hablado de esto con gente de comunidades del mismo municipio y de algunos vecinos como Ayutuxtepeque y Cuscatancingo.

Aparte de lo peligroso o visceral de las recomendaciones, en cuestiones de percepción no hay corrección que hacer, todos tenemos derecho a tener una distinta de cada hecho; y es parte de la riqueza humana: nuestra heterogeneidad generando posiciones encontradas que necesitan espacios para ser compartidas y debatidas.

Óscar, de Cusca, nos advertía sobre la apertura de este espacio, quizá no era tiempo de abrirlo, pues aún existe miedo para emitir una opinión al respecto, él, a pesar de someterse a esa condición, una vez comenzó a opinar tomó la confianza para comentar un buen rato; María Delia siempre es atinada, y comentó su reflexión sobre las responsabilidades individuales al respecto y sobre un posible escenario tendencial: si se vuelve necesaria una militarización bajo la posibilidad de resultar una guerra civil, serán nuestros hijos los que tendrán que inscribirse al ejército -aún sin meditar la posibilidad que su descendencia se decida por el otro bando- entonces, se vio con esta responsabilidad de hacer ella algo al respecto para no llegar a ese escenario. Otro personaje cuestionaba la posibilidad de un aparato de cúpula que estuviera detrás del hecho, para hacer cortina de humo dos días antes de la venida del señor hondureño, para desviar la atención; y uno más –de varios- el último fue don Antonio, el mayor de todos, y así comenzó de hecho, aceptando su condición de mayor: “yo, como viejo, lo que pienso es que…” acudiendo a su romanticismo por la época del General Maximilano Hernández Martínez, en la que él percibía orden, terminó su opinión denotando el descontrol que existe sobre la tecnología, el uso de los celulares debería estar restringido a quienes lo ocupan para un fin productivo, afirmaba don Antonio.

Si bien existe un vacío muy profundo en el actuar del gobierno en los últimos 21 años, esa no es excusa para un ciudadano a quedarse de brazos cruzados. Todos somos responsables de lo que ahora tenemos, todos hemos construido –o destruido- El Salvador que vivimos. Me quedo con la opinión de todos, por que saber escuchar es parte de la construcción necesaria, pero comienzo con la opinión de María Delia y la vuelvo pregunta: “¿Y yo, qué hago al respecto?”

Como dije en un tema anterior, yo solo no voy a terminar con esta situación, pero la adopción de una nueva actitud es la seis millonésima parte que estoy obligado a aportar como ciudadano.

En primer lugar, tener un mayor cuidado de los hijos (detrás de cada joven hay un adulto) así como también observar y entender a los jóvenes de mi comunidad; no presentarme como inferior o superior ante quienes componen mi entorno social, si no como igual; ser un consumista responsable (nuestro excesivo consumo de telefonía celular fortalece a las grandes compañías, haciéndolas permisivas e irresponsables con sus productos) ser observador, crítico y exigente con el gobierno, teniendo cuidado además de no caer en la fiebre de medidas populistas promovidas por partidos oportunistas (no habría peor error que aprobar la pena de muerte); y más; un cambio de actitud de la masa social, la reconstrucción debe ser desde todo nivel, la sumisión o más violencia no pueden entrar en esta dinámica re-establecedora desde la base, ya es tarde, pero aún es tiempo de tomarse las partes nobles y hacerle cara al problema para derrotarlo.